Hablando en Chile con una mujer que vivió exilio en Cuba durante la dictadura, me contó que “Pablo Milanés era el verdadero cantautor del pueblo en la isla”, mucho más que Silvio Rodríguez.
Me dijo que Pablo era más cercano a la gente y que Silvio era distante, más “hacia afuera”, más internacional.
Yo no podía creer que la música lacerante, desgarrada, irrespetuosa de Silvio, que conectaba con los dolores profundos de Chile -y con los míos-, estuviera desplazada por el sonido más dulce y esperanzador de Pablo.
Mi repertorio de éste, hace 14 años -cuando se dio esta conversación-, eran principalmente sus hits: Yolanda, El breve espacio en que no estás, Para Vivir, Yo pisaré las calles nuevamente, De qué callada manera, entre otros. Y así siguió siendo, incluso con el tiempo ya ni hasta los hits. Esto hasta hace unas semanas atrás cuando logré oír en casa un vinilo que tenía hace años guardado esperando a conseguir un tocadiscos. Y apareció, y con él “Buenos Días América”, el disco número 15 como solista de Milanés.
Un trabajo dedicado a un nuevo despertar de América tras años de sueño y ceguera. Terminaban los 80 y con ellos la oscuridad de rancias dictaduras. Así lo relata el primer tema que le da el nombre al disco. Una canción que evidencia una de las características de Pablo: su continua conexión con las raíces, con lo afrocubano. Así este soncito bailón logra transmitir su mensaje de una América que por ese entonces habría nuevamente sus ojos.
Hay en Pablo un sonido nativo y vanguardista, siempre de la mano con la experimentación que desde los 70’s caracterizaba a los cantautores de la trova cubana, incluido Silvio. Sintetizadores, bajo y guitarras eléctricas, baterías rockeras, poesía en protesta, todo formando una amalgama afrocubana que no pierde su conexión con el origen.
Así ocurre también con el último tema de la cara A, “Salgo de casa”, un son cubano difícil de reconocer. Milanés pone en una cacerola, a fuego lento, todos los ingredientes anteriores más sabores de jazz y pizcas de la cultura pop que seguían marcando la década.
La crítica social se corona con la dureza musical del último tema de la producción, “Con la espada y la Cruz”, que relata la ambición de los conquistadores españoles sobre un colchón de sonidos eclécticos y fusiones poco definidas, con una bajo potente y protagónico que le pone los latidos a esta insurrección artística que termina con un melódico grito de revolución.
“Buenos Días América” es un disco tranquilo, plácido de escuchar, profundo en sus armonías y letras con una calidad musical indiscutible. Melancólico a ratos, esperanzador a otros, fusión de sensaciones que recuerdan la experimentación que logran músicos como el uruguayo Rubén Rada, los chilenos de Congreso o el argentino Pedro Aznar.